Daremos inicio a estos post, que no son más que un humilde homenaje, al creador de la serie de animación más importante de los últimos 20 años, Los Simpson.
Para algunos, es una serie funesta, antiestética y grotesca, aquí no trataremos de cambiar su perspectiva, es más les daremos armas para terminar de odiarla, pero como cuentan por ahí, conóceme antes de odiarme.
Matt Groening, cuyo nombre completo es Matthew Abram Groening, nace el 15 de febrero de 1954 en Portland, Oregón.
Comenzó su carrera como dibujante a muy temprana edad, de hecho desde el primer día de clase, lo cual le permitió conocer muy bien el despacho del director. El mismo Groening recuerda aquellos días diciendo: “Mientras más me reprendía el director, de mayor calidad eran los dibujos”.
Su padre, un ilustrador que trabajaba día y noche, le presentó la revista Mad y las historias de Rocky and the Bullwinkle, y más aun, lo animó a dibujar en los cuadernos y los libros de la escuela.
Una de las tantas leyendas que giran el torno a él, cuenta que pudo morir en una clase de educación física, haciendo ejercicios en las barras paralelas, ya que por dedicarle todo su tiempo a los dibujos, jamás puso atención a la manera correcta de llevar a cabo el ejercicio.
En 1977 se graduó en la Escuela Estatal de Evergreen, en Olympia, Washington. Durante su estadía, se pasó la mayor parte del tiempo trabajando en el periódico de la escuela, y logro gracias a sus compañeros, el puesto de editor del periódico. "En los cierres", dice Linda Barry, una de sus mejores amigas de esa época, "se amarraba un cable alrededor de la cabeza para sintonizar mejor las ideas y para que entendiéramos que no debíamos molestarlo".
Su meta era, como ahora, "irritar y cambiar a las personas". Creía firmemente, que los seres humanos se dividen en dos tipos de personas: los que se parecen al Pato Lucas y los que son como Elmer Gruñón.
"Los Lucas", dice, "son esos que se ríen y molestan a las personas que les rodean, y los Elmer son los que no se ríen y se molestan por todo, y es por eso que se merecen que los patos los traten mal por todo aquello que les han hecho sentir y de ese mundo que les inventaron y que jamás coincidirá con el mundo real".
Más tarde se fue a la ciudad de Los Ángeles a comenzar su carrera de escritor, que es lo que de verdad quería ser.
Pero grande fue su sorpresa cuando en las calles de Hollywood descubrió que todos los taxistas llevaban un guión bajo el brazo y que ninguno de esas estrellas millonarias estaba dispuesto a financiarles sus proyectos.
Era un mundo insoportable. Durante un año sólo lograría trabajar en fotocopiadoras y tiendas de discos, paulatinamente fue progresando, por así decirlo, y trabajo como chofer y posteriormente de biógrafo de un viejo director de películas de serie B.
Su desesperación, fue determinante, y comenzó a canalizar sus frustraciones mediante la realización de unas caricaturas que enviaba a sus amigos para contarles cómo iba todo…, su vida en Los Ángeles o su perspectiva del infierno.
Inspirado en sus lecturas de Walter Kaufman, nombro a sus filosóficos chistes dibujados, el título de "Life in Hell" o "La vida en el infierno", y pronto, a petición de los pocos receptores, tuvo que enviar más de 200 copias al mes.
Gracias a esos personajes, recibió una invitación a Gracie Films, casa productora propiedad de James L. Brooks, para platicar con el productor, de acuerdo con Groening, estaba sentado en un sofá de la sala de espera, cuando una mujer le anunció que pronto lo recibirían en la oficina y le aconsejó, como si quisiera aterrorizarlo, que se preparara bien porque adentro esperaban algo "nuevo y original", muchas cosas pasaron por su mente… Al llevar "La vida en el infierno" a la televisión, Matt tendría que ceder todos los derechos, así es que decidió crear nuevos personajes.
Ante las miradas de la gente y la presión de su propio reloj, tomó la decisión de no ir muy lejos y creo cinco nuevos personajes para la presentación, una familia común y corriente.
Cuenta la leyenda que tomo su libreta amarilla e hizo unos trazos, y después de tan solo 15 minutos entro a la oficina del productor James L. Brooks, quien lo estaba esperando junto con otros directivos.