“Se trata de volver a empezar, para llegar a algo diferente”.
Paradigmas Arquitectónicos del siglo XX.
Para nadie resulta un secreto que las ciudades se han convertido en una especie de “mega contendedores” de seres autómatas que se rigen por horarios estrictos, por la incapacidad de ser, pensar y crear diferente, convertidos “en uno más” del enorme sistema que nos come y nos moldea a su merced.
Es importante entender en qué momento fallamos, pues de ahí parte el paradigma, esa coyuntura que no supimos resolver y que nos planteó un camino que no ha sido el correcto. Me viene a la cabeza, el pensar que la arquitectura desde Grecia se baso en tomar las proporciones del hombre, y que aún con mayor énfasis en el Renacimiento y su “humanismo” se pensó al hombre como centro del todo, de alguna manera situándolo como el dueño del planeta, donde las demás especies quedaron relegadas a su mandato y disposición. Esto que por años ha sido planteado como un gran avance ¿no habrá sido el error más grande que hemos tenido? ¿No habrá sido mal interpretado? El nacimiento de las artes y la ciencia, que tuvo un gran avance durante este periodo, ¿No habrá tomado el rumbo equivocado? Los principales preceptos en que hemos construido la arquitectura, -y en general el arte- parten de dicho periodo de la historia, (o por lo menos muchos)
Hablar de arquitectura orgánica me parece entonces no sólo hablar de la forma arquitectónica (que es el error que veo en la mayoría que se dicen arquitectos orgánicos), pues si bien la forma es esa percepción visual, esa primera imagen con la que tenemos contacto, la forma tiene la función de opacar la información que la forma misma contiene: es decir; si bien es mucho más flexible, psicológicamente y sano proyectar curvas, formas que se acerquen más a lo natural, deben ser la respuesta a técnicas ecológicamente amigables con el medio, a materiales ecológicos que permitan la posibilidad de crear estas formas. Que sea un discurso completo y no una falacia de lo “natural”.
Es entonces cuando me encuentro frente a un problema axiológico: qué es lo que realmente llamamos lo orgánico, la forma solamente, o la arquitectura como un todo integral: forma – función – materiales – métodos de construcción.
Me parece que el discurso debe ser completo, puesto que si llamamos arquitectura orgánica única y exclusivamente a la forma: en dos siglos tendremos una ciudad “orgánica” que este hecha de la misma basura con la que está hecha la que actualmente tenemos. Y me parece que esta vez debemos ir más allá en nuestra visión, no solo la forma sino el contenido.
Crear discursos completos, soluciones integrales, redimirnos a que en el planeta solo somos una especie más, disminuir nuestro egoísmo, llenarnos de humildad, y esta vez: aplicar bien aquello de que somos la especie más evolucionada, ayudando al colectivo, y no acabando con él.
Solo así podrán crearse ciudades diferentes, arquitectura integral.
Aporte de: Mónica
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