viernes, 18 de febrero de 2011

Crónicas marcianas…


No, disculpen si no hablo aquel maravilloso libro de Ray Bradbury y que posteriormente fue película…




Lo que pasa es que de repente me surgió la necesidad de contar algunas anécdotas absurdas y que mejor que el titulo de aquella novela para destacar lo sub realista que pueden ser, ya que como saben en México acostumbramos mucho el uso del doble sentido en las palabras, y aunque “marciano” se referiría a algún habitante del planeta Marte, también lo utilizamos para hacer referencia de alguien o algo extraño o fuera de lo común y en algunos casos hasta loco…
Pues resulta que como saben (quienes me conocen) soy una persona grande… No, tampoco estoy hablando de soberbia, egolatría o capacidades; simplemente soy una persona que esta fuera de la escala del mexicano común, ya que tengo una altura de 1.85Mts y un peso mayor a los 100Kg.

Esas dimensiones, han sido causantes de diferentes situaciones que han marcado mi vida…

En este capítulo…

El Transporte público…

Utilizar este medio de transportación, puede llegar a ser muy complicado, ya que si hay que usar un microbús (transporte todavía muy común), tomar la decisión de viajar parado o sentado es crucial, para ir sentado hay que tomar en cuenta que los “micros” están adaptados para meter a la mayor cantidad de gente posible, y recorren los asientos de tal forma que se pueda poner más filas de asientos, por lo que al sentarme, mis rodillas quedan comprimidas y tendría que acomodarme en posición fetal; viajar de pie, tampoco es sencillo, ya que la altura promedio de estos “micros” puede variar de entre 1.6 a 1.8mts, de cualquier forma, tengo que agacharme para evitar el golpeteo de mi cabeza con la cubierta… y ni hablar de los tubos con los cuales me he golpeado un sinnúmero de veces…


Los taxis son otra historia, afortunadamente ya existe una gran variedad de modelos de autos convertidos en este sistema de transportación publica, ya que antes, el 95% de los taxis eran “vochitos”, aquellos a los que se les quitaba el asiento del copiloto para que en el asiento de atrás pudieran viajar de 2 a 3 pasajeros; aunque como sabemos, este tipo de modelos podían llevar hasta 6 o 7 personas además del conductor. (En alguna ocasión, cuando estudiaba en la prepa, llegamos a meternos 15 en uno de estos autos compactos)


La comodidad depende mucho del chofer en turno, ya que hay algunos muy amables, que desde que me ven y antes de subir al carro, recorren el asiento delantero, para poder tener mayor comodidad y poder extender  las piernas, mientras que otro, esperan a que se los solicite, y algunos otros responden que el asiento esta fijo, lo que me obliga a acomodar las piernas detrás del asiento del conductor (lo que les termina siendo un poco incomodo).

El metro, también tiene su encanto, ya que en muchas ocasiones lo difícil es la orientación temporal y espacial… si, aunque no lo crean… lo que pasa es que cuando me desplazo por la ciudad, siempre me verán utilizando mis audífonos, escuchando música (casi cualquier género del Metal); en algunos otros casos acompaño mi placer auditivo con una lectura, y si esta es muy interesante me absorbe y hace que pierda el sentido del tiempo…  ¿y cuál es la consecuencia? Que de vez en vez, me doy cuenta ya tarde de que estoy en la estación en la que tengo que bajar, y con las prisas, pierdo el sentido de orientación y me golpeo con los tubos que sirven para sujetarse, y los cuales se encuentran en una altura variable de entre 1.80 o 1.83mts.


Alguna vez viajando en el metro acompañado de un colega, estábamos a punto de llegar a la estación y como de costumbre me acerque a la puerta esperando pacientemente el momento de salir; Al llegar a la estación se abre lentamente la puerta y frente de mi, un grupo de señoritas de entre 14 y 16 años, una de ellas, la más pequeña (de altura) se encontraba también esperando.


Como teníamos actividades pendientes del trabajo y estábamos comentando la programación de las mismas, no puse atención a los detalles, así que al salir del vagón  simplemente percibí algunas ricitas y miradas curiosas…

Segundos después, mi colega suelta una carcajada y al cabo de unos segundos me comento lo sucedido…
Que no te diste cuenta -dijo él con curiosidad-
No, pues que pasó... -pregunte intrigado-

Es que la chaparrita estaba frente a la puerta, con la mirada hacia abajo y conforme se comienzo a abrir la puerta fue levantando la mirada poco a poco, solo alcanzo a hacer una mirada como diciendo… Donde terminaaaaa… y tanto sus amigas como yo nos dimos cuenta de eso, por eso nos reímos todos… y tu, como si nada…

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