jueves, 17 de septiembre de 2009

Un e-book

Últimamente se habla muchísimo de los libros electrónicos. Amazon acaba de sacar una nueva versión de su Kindle, varias marcas anuncian el próximo lanzamiento de sus aparatos y Google hace olas al emprender la digitalización de todos los libros del mundo.

La mayoría del público, sin embargo, parece más bien reacia ante la idea de leer libros en soporte electrónico. Añoramos antes de haberlo perdido el tacto del objeto libro, y nos preguntamos angustiados por el destino de los derechos de autor (Yo hoy mas que otras ocaciones).


Permítanme antes que nada dejar en claro esto: no creo ni por un segundo que se vaya a extinguir el libro de papel. En cambio, que se reduzca un poco no me parece ningún mal, hay un derroche tremendo de papel y transporte en el estado actual de las cosas, y eso no sólo es malo para el medio ambiente, sino para el precio de los mismos libros, ya que tiene que absorber el costo de todos esos ejemplares no vendidos (que es más o menos la mitad de los fabricados, millones por año en cada país).

Yo imagino una situación donde los libreros, a partir de la versión electrónica, manden a imprimir en una imprenta cercana una cantidad de libros en función de sus estimaciones de venta y de los pedidos de sus clientes. La inversión podría ser asumida o compartida por los editores, como es el caso actualmente. ¿Quién los compraría? Los que no tienen lector electrónico, y los que saben que les gusta mucho el libro y lo quieren tener en su biblioteca, quiero decir en esos estantes sin los cuales un librero no es realmente un librero.


En cuanto a los derechos de autor, la cuestión es altamente compleja. Nadie quiere que los escritores se vean privados de ingresos. Pero hay que tomar en cuenta una cosa: en la situación actual, de hecho, los derechos de autor no son casi nada. Los escritores se ganan la vida entre clases, talleres, artículos, conferencias, concursos y becas. Para un escritor desconocido, los derechos de autor son prácticamente inexistentes; en cambio, si se hace más conocido tendrá más chances de conseguir dinero por estas otras fuentes. ¿Y qué mejor manera de hacerse conocido que poder difundir su obra sin obstáculos de disponibilidad y precio?

Por lo demás, ¿se pueden imaginar varias posibilidades de retribución a los autores a través de internet?

Lo más evidente son las descargas por pago, como existen ahora en las librerías electrónicas que están empezando a surgir. Los editores podrían ofrecer cada uno un servicio de descarga, y quienquiera que sea podría incluso elegir auto-editarse ofreciendo descargas desde su propio sitio web, a cambio de un precio fijo o donación libre. Se pueden imaginar suscripciones para un número determinado de libros por mes, y promociones para descubrir libros de poesía o autores nuevos. Los libros antiguos que son de dominio público ya se difunden legalmente de forma gratuita, eso deja a los lectores su presupuesto intacto para los libros nuevos. Gracias a la economía en material e intermediarios, el porcentaje reservado al autor podría ser mucho más alto, y al mismo tiempo los precios más bajos podrían aumentar el número de lectores. En suma, los autores bien podrían encontrarse mejor pagados gracias a la tecnología electrónica (¿?).


¿Pero qué impedirá, me preguntarán, que la gente descargue gratuitamente los libros de sitios piratas?

Mi conjetura es la siguiente: lo harán. Pero no todos. Y hay gente que ama la belleza y la tranquilidad, y que prefiere mil veces pagar para recibir el texto verdadero con su título y autor bien escritos y con un back up en línea, y donde no temen acabar con un virus de regalo.

El Kindle, que por el momento sólo está disponible en Estados Unidos pero tiene ahí un éxito creciente, sólo puede comprar libros en Amazon, no en otras librerías.

A finadle cuentas y aunque ya sea accesible, tardara algún tiempo en que en México podamos contar con estos equipos, ya que la seguridad no nos permite transportarnos con Gadgets, con la seguridad que quisiéramos.


Sumado a esto, estoy convencido de que aunque muchos buscan los libros en formato digital, no garantiza que serán leídos, yo mismo tengo una colección de mas de 10000 libros obtenidos en la red, y no he leído mas de 5, ya que es mucho mas cómodo contar con la versión impresa y leerla o consultarla cuando es requerido, y no cuando un aparato me lo permita.

Semestre con semestre, yo proporciono a mis alumnos los libros de trabajo en versión digital, para prever el que no lo encuentren en la biblioteca, y aun así, difícilmente los leen.

¿o me equivoco jóvenes?

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